Dice Platón en su obra: «He aquí, pues, el recto método de abordar las cuestiones eróticas o de ser conducido por otro: empezar por las cosas bellas de este mundo y teniendo como fin esa belleza en cuestión y, valiéndose de ellas como de escalas, ir ascendiendo constantemente, yendo de un solo cuerpo a dos y de dos a todos los cuerpos bellos y de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a las bellas ciencias, hasta terminar, partiendo de éstas, en esa ciencia de antes, que no es ciencia de otra cosa sino de la belleza absoluta, y llegar a conocer, por último, lo que es la belleza en sí.» En El Banquete de Platón, especulación teorética y creación estética se imbrican de tal modo que resulta difícil encuadrarlo con exclusividad en la historia de la filosofía o en la de la literatura. Consagrado a discutir sobre el amor, tras sucesivas e insatisfactorias maneras de abordar la cuestión, se expone a través de Sócrates y su supuesta mentora, la sacerdotisa Diotima, la doctrina de amor platónico que en sucesivos grados de abstracción conduce a esa especie de unio mystica con la forma ideal de la belleza a la que llega el verdadero enamorado de las cosas bellas.
En La República, obra con la que culmina la etapa de madurez de Platón, encontramos todas las ideas que van a configurar su filosofía y que se centran en dos motivos recurrentes y fundamentales para el pensamiento occidental posterior: la identificación última de la felicidad con la virtud y la contraposición entre ciencia y apariencia. El sentido íntimo que tiene para Platón el término filosofía» están en la identificación de la propia vida con el saber, con la ciencia, frente al mundo de las apariencias. Como nos dice Miguel Candel en su esclarecedora Introducción: «el valor imperecedero de La República, más allá de los detalles de su programa político y educativo, consiste en haber hecho plausible la tesis de que el correlato natural de la justicia es la felicidad. Y ello gracias a haber situado el principio de la realidad, así como el de la teoría y el de la praxis?, en el mismo lugar: en la real idea del bien».